apagas la luz
te sales de tu cascara
-Dios te mira-
desde el rosetón morado de su expiatorio
avanzas por el cuarto
a ojos abiertos
dejando huella en la pared
hoy pintada de azul quedo
tu desnudez ilumina
el cuenco de caricias
desde tu cama te observo
no alcanzo las palabras
-que a la carrera-
nos dejan a solas
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